Hoy es la cerveza artesanal, en los ’90 lo fueron los tamagotchis y en el transcurso entre estos dos fenómenos de emprendedurismo convivieron miles de ideas más que lograron un éxito rotundo y algunas de todas ellas también se pusieron de moda. Sin embargo, los emprendimientos no son parte de éste siglo y la razón por la que se convierten en tendencia puede explicarse con un recorrido por los emprendimientos de antaño. ¿La moda garantiza el éxito de la misma?
Así como sabemos que tener una buena idea no basta como para comenzar un emprendimiento, hoy nos toca descubrir cómo lograr que esa idea que inició un emprendimiento se puede convertir en una “moda”, y con ello asumimos el éxito que aquella propuesto tuvo, no sólo económica sino también socialmente… o no.
Para adentrarnos más en la idea de “emprendimientos de moda” tenemos que despejar de nuestra cabeza que el emprendedurismo nació hace unas cuantas décadas atrás, por el contrario, algunos especialistas se animan a asegurar que el primer emprendedor es un cavernícola y el cual se ganó el mote de instalar la primer moda y nunca desterrada de su podio.
Si no lo creen, entonces cómo podrían explicar que mientras todos transportaban la comida y los materiales de construcción de un lado a otro usando su fuerza corporal, uno de ellos entendió que podía simplificar esa tarea construyendo un objetivo circular, lo que hoy conocemos como rueda y que lleva siglos y siglos en el mercado. No sólo fue ingenioso, sino que además fue productivo.
En todo ese tiempo, entre el cavernícola y los emprendedores millennials, por nombrar a alguien en la actualidad, transcurrieron muchas ideas y al compás muchos métodos para aprender a emprender, fórmulas para lograr el éxito y cosas por el estilo. Pero cada tanto surge un emprendimiento que se instala y marca una época o una década. Estoy segura que los que fueron adolescentes en los noventa no olvidaron los tamagotchis, claro ejemplo de cómo una idea se puede convertir en un negocio y dejar una huella en el tiempo, con lo que felizmente se transforma en una moda.
Invento o emprendimiento
No toda buena idea es un emprendimiento y no todo buen emprendimiento es un éxito. Para que lo sea debe hacer un recorrido, similar al que convierte al invento en emprendimiento, como para que éste sea un fenómeno en sí mismo. Tal popularidad no garantiza un éxito económico y muchas veces la huella que queda en la sociedad de lo que parecía, no es el reflejo fiel de lo que fue.
Quien inventó la rueda no se convirtió en un magnate de los rodados y tampoco sabemos quién era particularmente entre todos los cavernícolas, sin embargo hemos visto que este invento se convirtió en emprendimiento cuando su producción sirvió para más utilidades que las que él le dio y porque trascendió en el tiempo convirtiéndose además en un negocio altamente lucrativo.
Así mismo, Aki Maita logró convertirse en un personaje reconocido luego de crear el tamagotchi, incluso recibió un Nobel de Economía tiempo después. Pero su fama no hubiera sido tal sin el impulso Bandai, la compañía en donde trabajaba Maita y quien se quedó hasta la fecha con la marca, distribución y explotación. En detrimento, tampoco Bandai hubiera logrado semejante ascenso económico sin el invento de Maita.
La pregunta que suscita aquí es similar al conocido enigma existencial: ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? En este caso nos preguntamos: ¿Inventar o emprender? Para el economista británico Alfred Marshall, quien explicó la función del emprendedor en 1890, es el emprendedurismo el elemento motriz de una organización, por tanto, es el emprendedor quien mejora el plan de producción de una commodity por dos razones: comprender de forma transversal la industria en la que están inmersos y porque son líderes naturales. Además, refiere a ciertas habilidades que hacen al emprendedor, como la previsión de cambios y la toma de decisiones frente a los riesgos.
En este sentido, el inventor de una idea, por más genial que sea, puede ser un emprendedor espontáneo pero no saber qué hacer con todo lo que requiere una idea con potencial de producto en una cadena de comercialización. En cambio, el emprendedor puede tener una buena idea y convertirla en un negocio único y “de moda” o tomar una idea que está en pleno estallido y formar parte de esa “moda”. Un ejemplo de ello es el fenómeno de la cerveza artesanal que ha convertido en emprendedores redundantes a una generación de jóvenes de entre 25 a 45 años en argentina.
El por qué
Aunque hemos visto que el hecho de que se ponga de “moda” un emprendimiento no garantiza el éxito, es bueno saber por qué suceden estos fenómenos. Así como lo fueron los videoclubs, los locutorios, las canchas de padel y hasta las canchitas de fútbol o los parripollos, estos emprendimientos fueron un negocio rentable y se pusieron de moda porque otros se subieron al tren.
La fórmula para hacer popular un emprendimiento es, entonces, instalar un producto o servicio que un colectivo está necesitando (esto puede ser para cubrir una necesidad primaria o simplemente un entretenimiento), poner la vara de entrada muy baja, lo que implica un riesgo alto, puesto que si muchos pueden hacer lo mismo que inventaste y con lo que estás lucrando, deberás asegurarte que tu emprendimiento se destaque por sobre los demás iguales, y aquí nos remitimos al concepto de Marshall que indicaba que un emprendedor debe ser líder y comprender la industria asumiendo riesgos.
¿Quién dijo que la moda es algo banal y sencillo? Al menos en lo que a emprendedurismo se trata hablamos de un escalón difícil de alcanzar y en donde hay que lidiar con más variables que las de emprender, que no es poco.
Fuente: DonWeb.com